15/07/2011
Les acompañaban en la mesa presidencial, la subsecretaria del departamento, Purificación Morandeira, la directora general de los Registros y del Notariado, María Ángeles Alcalá; el vicepresidente del Notariado, Carlos Fernández de Simón, y los notarios José Manuel García Collantes, presidente del Tribunal de Oposición de Madrid, y Francisco Ordóñez, vocal del Tribunal de Oposición de Galicia.
Asesoramiento al ciudadano
Javier Guerrero trasladó su enhorabuena a los nuevos notarios, a quienes felicitó por el “esfuerzo, la constancia y la dedicación” que resultan “imprescindibles para llegar a este momento”. Unas palabras que hizo extensibles a sus familias y allegados.
Guerrero hizo hincapié en el “importante legado que asumís de las generaciones que os preceden”, precisamente en un año emblemático como el actual, en el que se estamos conmemorando el 150 Aniversario de la Ley del Notariado. En este punto, recordó la figura de Juan Vallet de Goytisolo, recientemente fallecido, antes de instar a los nuevos notarios a que sean capaces de concretar con su ejercicio diario “unos vínculos aún más fuertes si cabe con quienes vengan detrás de vosotros”.
El presidente del Notariado destacó dos principios rectores que deben presidir su labor profesional. De un lado, la excelencia científica, que “habéis demostrado con la superación de las oposiciones” y el arraigo, un desafío que obliga a “encardinar vuestras actuaciones con las demandas de efectividad que la sociedad a la que vais destinados os van a requerir”. Guerrero les animó a “ejercer con satisfacción una función maravillosa” que exige “asesorar a quienes reclaman vuestro ministerio en algunos de los momentos más importantes de su vida”. Para ello -precisó Guerrero- resulta “indispensable” la aplicación constante del control de legalidad para formalizar “relaciones jurídicas ciertas y fiables”. La seguridad, la certeza y la legalidad suponen principios ineludibles de la labor notarial que “no pueden pagarse de ninguna manera”, enfatizó.
Confianza y certeza
Con posterioridad a las palabras del presidente del Notariado pronunció su discurso Francisco Caamaño, quien incidió en la “gran responsabilidad” del cargo de notario, no sólo por el “prestigio histórico de superar una oposición que está a la misma altura que la alta capacitación reconocida a la institución notarial española y que exige constancia, tesón y orden, sino por la aportación de seguridad jurídica que inserta en el sistema de Derecho”, que cuenta con el “auxilio de los notarios y la efectividad de la función de la fe pública”.
Esta circunstancia -resaltó el ministro- revela que la profesión notarial “es símbolo de confianza y certeza”, principios que reclaman la creencia en “la predictibilidad y previsibilidad de las acciones” que se formalizan en la escritura pública notarial. Aun así -enfatizó el titular de Justicia a los nuevos notarios- “vuestro ejercicio profesional se verá sometido a retos de futuro”, a nuevas demandas sociales que “os obligarán a estar siempre a la vanguardia” y a no renunciar al “imperativo común” de todo funcionario adecuarse a los cambios jurídicos, económicos y de la sociedad. En este punto, mencionó la “fase decisiva de modernización” en la que está sumida la Justicia en España, que “trata de dar soluciones inéditas a problemas que parecían irresolubles durante décadas” y que, pese a las críticas a su escaso ritmo reformista, “estas transformaciones están dirigidas a superar las inercias del pasado”. Caamaño quiso resaltar que entre estos desafíos “está también la preservación de la seguridad jurídica preventiva que suministra el notario a la sociedad” y que se ha demostrado como una “respuesta eficaz a las demandas de los ciudadanos”.